Nuestros hijos crecen. Y un buen día, casi sin darnos tiempo a adaptarnos a sus cambios, cumplen 7 años y empezamos a plantearnos algunas cosas por primera vez. Por ejemplo, su primera noche fuera de casa. Esto es algo que varía enormemente de unos niños a otros. Hay algunos que, a estas edades, han desarrollado ya una autonomía y una independencia considerable y son ellos mismos los que piden vivir esta experiencia. Sin embargo, hay otros niños y niñas más sensibles, más apegados a su entorno, a sus padres y hermanos, que requieren un proceso más largo y, sobre todo, una buena primera experiencia fuera de casa.

Lo ideal, para todos los niños, es que su primera noche fuera la pase en casa de un familiar o de un buen amigo. Con los padres pendientes y no muy lejos, por si hay que ir a buscarlo a horas intempestivas. Pero pasada esta primera etapa, lo conveniente es buscar una actividad donde el niño o la niña puedan enfrentarse definitivamente a una experiencia de varios días sin los padres pero, eso sí, en un entorno seguro. Esto puede suceder a los 7, 8 o incluso a los 9 años. Si dejamos pasar más tiempo el propio niño empezará a pensar y a sentir que es incapaz de afrontar esta situación y se auto convencerá de su impotencia para superarla y relacionarse por sí mismo en otro entorno que no sea el familiar, lo que, en muchos casos, termina por producir un rechazo a afrontar nuevas experiencias y se consolida como una limitación para su propia vida. Por eso, la elección de un buen campamento de verano, a esas edades, es una decisión importante a tomar.

¿Qué cualidades debe reunir el campamento ideal? Podemos hacer un breve análisis para ayudaros, a los que estéis en esa situación, a elegir correctamente.

Hay muchas variables, pero creo que podemos extraer las más relevantes:

  1. Proximidad geográfica. Si no estamos seguros de la reacción de nuestro hijo, es mejor estar cerca. Si el sitio que nos gusta está alejado de nuestra residencia, podemos quedarnos los primeros días por los alrededores, haciendo turismo. Hasta tener la certeza de que nuestro hijo ha superado el tiempo de permanencia mínimo crítico (4 días).
  2. Personal del campamento con valores humanos, formación profesional y experiencia. Ellos van a ser la familia de tu hijo durante esos días. Tendrá que aprender a apoyarse y confiar en ellos. Por eso es importante que sean personas seguras, acostumbradas al trato con niños, cariñosas y respetuosas con la diversidad de sus caracteres e intereses. Que sepan gestionar los conflictos y responder a sus necesidades con dulzura pero también con firmeza si fuera necesario. El niño buscará la serenidad y seguridad del adulto, sobre todo los primeros días.
  3. Un entorno y unas instalaciones adecuadas, que le permitan sentirse cómodo, pero no demasiado. Uno de los objetivos de un campamento es sacar al niño de su zona de confort, para hacerle crecer como persona, desapegarse de las comodidades y aprender a valorar lo que tiene en casa. El niño tiene que volver del campamento siendo más autónomo y más seguro de sí mismo.
  4. Una actividad que le resulte afín. Divertida, emocionante y variada. Bien conducida, organizada y productiva. Con unos objetivos delimitados desde el principio al final del campamento. Para que el niño sienta que lo que hace tiene sentido y le haga sentirse orgulloso y satisfecho al conseguirlo.
  5. Un período de tiempo adecuado. Para los más pequeños de 7, 8 o 9 años conviene no sobrepasar los 7 días de campamento. A partir de los 10 años y, sobre todo si tienen experiencia y les gusta, pueden estar 15 o incluso 20 días. No es recomendable sobrepasar este período, porque el niño puede desarrollar un sentimiento de abandono y nostalgia excesiva, que puede terminar por generar en él un rechazo hacia esta experiencia.

Si, además, lo que estás buscando es un Campamento musical, porque tú hijo ya estudia música o quiere iniciarse en ello, lo que debe primar en tu elección es la motivación. Porque un campamento no es un curso especializado. Esta es una diferencia esencial que debes tener en cuenta. Los cursos especializados están concebidos para obtener un rendimiento académico de los alumnos que asisten. Por eso cuentan con un programa estricto, profesores instrumentistas y un planteamiento exigente para con los participantes. Sin embargo en los Campamentos de Música se busca algo bien distinto: un ambiente distendido y favorable para el disfrute de la música, el encuentro con los compañeros, hacer música juntos respetando y aprovechando las diferencias, tanto de nivel, como de instrumento, a través del conocimiento y la interpretación de diversos tipos de música y donde la emoción está siempre muy presente. Conviene, por eso mismo, que el horario combine el tiempo de música con otras actividades compatibles (naturaleza, deportes, idiomas, etc.) y alternar las actividades para hacerlo más variado y atractivo. Los chicos y chicas participantes deben tener la oportunidad de cantar solos o en grupo, tocar su instrumento o probar otros distintos que les llamen la atención y, sobre todo, disfrutar de la compañía y del encuentro con otros chicos con los mismos intereses y sensibilidad. Hacer amigos y vivir una experiencia inolvidable a través de la música.

Esperamos que todas estas reflexiones, fruto de nuestra amplia experiencia en este sector, os hayan podido ayudar para seleccionar adecuadamente el próximo campamento para vuestro hijo o hija. Y si aún tenéis alguna duda, os aconsejamos que veáis el vídeo que os dejamos a continuación. Es más que elocuente.

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